A lo largo del siglo XX se han producido no pocas desapariciones de
aviones en pleno vuelo, tal y como le ha ocurrido hace unos días al Boeing de
Malaysia Airlines, con 239 pasajeros a bordo. Aún en los casos no resueltos,
como el que tiene en vilo estos días a las autoridades malayas y a los
familiares de las víctimas, estos sucesos misteriosos suelen ser generalmente
explicables. En este caso se habla de la desintegración del avión en el aire o
la posibilidad de un atentado terrorista.
Un avión comercial se esfuma..., sin dejar rastro, pese a los avances
tecnológicos que deberían garantizar su seguimiento desde radares o torres de
control. ¿Cómo es posible que suceda eso en pleno siglo XXI? Esta es la pregunta
que se hace todo el mundo tras la desaparición, con 239 personas a bordo, de un
Boeing 777-200 de Malaysian Airlines que cubría en la madrugada del sábado el
trayecto entre Kuala Lumpur y Pekín. Ya no solo por su tamaño -60 metros de
envergadura y una longitud de 63 metros-, sino por la gran cantidad de aparatos
electrónicos -GPS, sistemas de comunicaciones informáticas, balizas de
seguimiento y posición...- que figuran en su interior y que indican, incluso, si
en caso de accidente hay algún superviviente en la aeronave. Cinco días después,nada se sabe.
Sin embargo, existe un lugar en el mundo donde las causas y las condiciones en las que se han producido estas desapariciones permanecen todavía en la más absoluta oscuridad, aunque hayan pasado décadas. Se trata, como no, del 'Triángulo de las Bermudas', nombre empleado por primera vez, en 1964, por el periodista norteamericano Vicente Gaddis. Con él se refería a la región situada entre la Florida, las Bermudas y Puerto Rico, en la que centenares de aviones, barcos y personas se habían desvanecido sin dejar rastro.
El caso más famoso de todos los que se han producido en el Triángulo
de la Bermudas es el vuelo 19, una escuadrilla de cinco aviones torpederos
Avenger de la marina de Estados Unidos, todos provistos de un equipo de
navegación muy sofisticado, que desapareció durante un vuelo de entrenamiento,
el 5 de diciembre de 1945.
"No sabemos dónde está el oeste"
La torre pidió entonces a los pilotos que se dirigieran hacia el
oeste, pero la respuesta del oficial fue aún más sorprendente que la primera:
"No sabemos dónde está el oeste. Todo parece falso, extraño. No estamos seguros
de ningún rumbo. Incluso el océano no parece ser el mismo de siempre". Poco
después, se perdió el contacto con los cinco aviones y el gran hidroavión
bimotor 'Martin Mariner' fue enviado inmediatamente su auxilio. ¿Qué ocurrió?
Pues que el enorme hidroavión desapareció a su vez, tan misteriosamente como
ellos.
En pocas horas, seis aviones y 27 hombres se desvanecieron sin que el
Ejército estadounidense encontrara jamás una explicación racional. Desde ese año
y hasta 1975, un total de 37 aviones, más de 50 barcos y un submarino atómico,
con toda su tripulación, desaparecieron sin una causa aparente y sin que se haya
encontrado ningún cuerpo ni resto alguno hasta ahora.
El Star Dust y supuestos, los ovnis (1947).
El 2 de agosto de 1947, un Avro Lancastrian -un avión de pasajeros
basado en el bombardero Lancaster de la Segunda Guerra Mundial- despegaba de
Buenos Aires con destino a Santiago de Chile. A bordo del aparato, de la British
South American Airways y bautizado como 'Star Dust', viajaban 11 personas. El
viaje transcurrió según lo previsto hasta que, tras dejar atrás Mendoza, el
piloto alertó a la torre de control de que las condiciones meteorológicas le
obligaban a modificar el plan de vuelo: "El tiempo no es bueno, voy a pasar a
8.000 metros para evitar el temporal".
Cuatro minutos antes del aterrizaje en Santiago, el aparato informó
de su hora de llegada, pero el avión nunca apareció en su destino. Durante más
de medio siglo, el misterio de este accidente trató de explicarse a base de
encuentros con supuestos ovnis. E incluso la revista 'Stendek' del Centro de
Estudios Interplanetarios (CEI) de Barcelona, considerada en su época
(1970-1981) una de las más serias publicaciones ufológicas, defendía que el Avro
Lancastrian había chocado con un ovni.
Sin embargo, todo se aclaró por casualidad 53 años después. En enero
de 2000, un grupo de escaladores halló los restos del avión y de su tripulación
en el cerro Tupungato, en la frontera entre Argentina y Chile, a 5.500 metros de
altitud. Estaban sobre la pista desde 1998 y, por fin, tras el deshielo de un
glaciar, las huellas de la catástrofe salieron a la luz.
El enigmático avión de transporte DC-3 (1948).
Aunque el vuelo 19 sigue siendo el más famoso, no es el único, ya que la
lista de víctimas que se han producido en el Triangulo de las Bermudas es larga.
La desproporcionada frecuencia de desapariciones en esta región, en comparación
con otras zonas marítimas del mundo, ha dado origen al mito que hoy le rodea. De
hecho, las hipótesis que se han barajado para resolver este fenómeno han llegado
a sugerir la existencia de visitantes extraterrestres que se llevan a hombres y
aparatos para estudiarlos, la presencia de una distorsión espacio-temporal que
arrastraría a los aviones a épocas o dimensiones distintas, y hasta la llegada
de seres antropomorfos de una civilización muy desarrollada que viven en cúpulas
en el fondo del océano.
Sea como fuere, el 28 de diciembre de 1948, un DC-3 de la compañía
Airborne Transport desaparecía por la noche mientras se encontraba a unas 50
millas de Miami, con 32 pasajeros a bordo, sin que ningún resto fuera jamás
encontrado.
El último mensaje del capitán aseguraba a la torre de control que todo
transcurría con normalidad y que esperaba las instrucciones para aterrizar. La
visibilidad y el clima también eran perfectos. Es cierto que, momentos antes de
despegar, el comandante había señalado que un faro del aterrizaje no funcionaba
y que las baterías estaban sobrecargadas y que les faltaba agua. Al despegar,
incluso, las comunicaciones se interrumpieron, pero durante el vuelo se
restablecieron de nuevo.
Las baterías no estaban recargadas..
A las 3.40 horas, el comandante de la nave señaló su posición a 80
kilómetros al sur de Miami. Después de esa hora ya no hubo comunicación alguna.
Al DC-3 se lo había tragado el cielo. El informe de julio de 1949 hablaba de
varias causas que habrían podido estar relacionadas con el vuelo de Airborne
Transport: que las baterías no estaban recargadas antes de despegar, que el
avión había despegado de San Juan con 53 kilogramos más del peso autorizado, que
a los pilotos el mensaje de la torre de control informando del cambio en la
dirección del viento no les había llegado, que los sistemas eléctricos no
funcionaban correctamente y que el cuadernillo de mantenimiento estaba
incompleto.
Al no encontrarse ningún resto, el informe concluyó que no había suficiente
información para explicar las causas y circunstancias de la desaparición del
avión. Asunto cerrado.
La tragedia del Super Constellation (1954).
La desaparición del Lockheed R7V-1 Super Constellation de la Armada
estadounidense es la más trágica y misteriosa de todas cuantas se han producido
en el Triángulo de las Bermudas: 52 pasajeros y el avión se volatilizaron sin
dejar rastro, el 30 de octubre del 1954.
El vuelo partió de Maryland con destino a las Azores con los pilotos,
varios soldados del ejército y sus familias. Había despegado sin problemas y,
aunque el clima no era el mejor, era el habitual para esa época del año. Eso
quiere decir, tormentas y pequeñas turbulencias que no suponían un problema para
ningún vuelo ni antes ni ahora. Además, el piloto John Leonard conocía
perfectamente la zona y disponía en el avión de un radar climático.
El aparato volaba a 5.200 metros de altura (lo suficientemente alto para evitar
la mayor parte de las nubes y turbulencias), cuando contactó con la torre de
control para informar sobre posición, como exigía el procedimiento. A las 11.30
horas el Super Constellation se encontraba a 650 kilómetros de la costa
estadounidense
Comunicaciones interrumpidas
Después de aquel contacto, las comunicaciones con el avión se perdieron
repentinamente. El avión nunca llegó a su destino y jamás se supo que había sido
de los pasajeros ni del aparato.
Tras cinco días de búsqueda sin resultado, las investigaciones fueron
abandonadas. Tan solo se barajaron un par de hipótesis, pero ninguna pudo ser
probada: que el avión se desintegrara en pleno vuelo, tal y como se supone hoy
para el vuelo de Malaysia Airlines, y que los pilotos hubieran perdido el
control cayendo al océano, aunque en este caso se cree que a los tripulantes les
habría dado tiempo a enviar un mensaje de socorro.
Los investigadores no encontraron ningún factor convincente para
explicar el accidente. Sus conclusiones fueron las siguientes: "La opinión de la
oficina es que el R7V-1 BuNo 128441 encontró una fuerza repentina y violente que
no pudo estar controlada por un esfuerzo humano, lo que hizo que el avión fuera incontrolable. El origen de esta fuerza sigue desconocida".
La desaparición del Grumman (1969).
"¡Vamos hacia el Sol!". Este fue el último mensaje enviado por el
telegrafiasta del avión antisubmarino Grumman, desaparecido el 1 de julio de
1969, en al mar de Alborán, frente a las costas de Almería. Cuando transcurrió
el plazo fijado para el regreso y el aparato no volvió a su base, ni contestó
las llamadas, se organizó una gran operación de búsqueda con importantes medios
aeronavales. Tan solo se lograron hallar los dos asientos. Del resto de la nave
y de los tripulantes jamás se volvió a saber nada.
Fue una búsqueda extrañamente infructuosa, si tenemos en cuenta que en
las labores de rescate y búsqueda participaron distintos aviones del Ejército de
Tierra, helicópteros, cuatro buques de la Armada e, incluso, unidades
especificas de este tipo de siniestros procedentes de las islas Canarias. Pero
nada de nada, no hubo suerte.
El comandante que pilotaba el avión, Antonio González de Boado, había
despegado del aeropuerto de Jerez de la Frontera (Cádiz) con una misión de
control y seguimiento, ante la posible presencia de barcos rusos en misiones de
espionaje en aguas desde Gibraltar hasta Almería.
Siniestro "inexplicable"
La investigación realizada por las autoridades declaró el siniestro de
"inexplicable". Los medios de comunicación ofrecieron escasos datos sobre el
accidente. Para el Ejército del Aire, se debió a la mala suerte, sin más
explicaciones. Y hubo expertos en temas de ufología, como Antonio Ribera en el
libro 'Los 12 Triángulos de la muerte', que defendieron que este suceso se
produjo a causa de un fenómeno paranormal.
Curiosamente el comandante González de Boado fue el primer oficial
español que investigó por su cuenta el fenómeno OVNI en España, originando
cierto malestar entre sus compañeros a raíz de algún artículo publicado.
Nada más se supo ni de Boada ni de los siete militares que viajaban con
él, por lo que los seguidores y amantes de la ufología no tardaron en dar rienda
suelta a sus diversas especulaciones. El misterio sigue abierto.
Air France, el último al que se le perdió la pista (2009).
La desaparición del vuelo de Malaysia Airlines recuerda al que tuvo
lugar hace casi cinco años con un avión de Air France, convertida la peor
tragedia acontecida en la larga historia de la compañía aérea. Sucedió el 1 de
junio de 2009, cuando un Airbus A330 desapareció en aguas del océano Atlántico
con 228 personas a bordo (216 pasajeros y 12 tripulantes). El avión despegó de
Río de Janeiro (Brasil) y debía llegar al aeropuerto Charles de Gaulle de París,
pero cuatro horas y 14 minutos después de partir, las grabaciones de cabina se
interrumpieron de repente.
El avión se desplomó al mar desde más de 11.000 metros de altitud en
3,30 minutos, según la oficina de Investigación y Análisis de Francia (BEA por
sus siglas en francés). Esto se produjo después de haber ofrecido información
confusa de la velocidad del viento a los pilotos.
La recuperación de las cajas negras del vuelo fue aún más complicada, a
pesar de que éstas estuvieron emitiendo diversas señales durante aproximadamente
un mes. Iniciaron la localización de la zona del siniestro, en medio del Océano
Atlántico, y los equipos realizaron un largo viaje desde los puertos más
cercanos. Llegaron al lugar el día siguiente del accidente, encontrando nada más
que diversas piezas metálicas y algunas manchas de combustible sobre el
agua.
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